Ya sumamos más de seis meses desde que apareció la pandemia del COVID 19. Sus efectos se dejaron sentir de inmediato con una reacción de pánico en todos los mercados de capitales, y el mercado inmobiliario no escapó de esta crisis.
Es importante destacar dos momentos en el precio del suelo post covid. En un inicio, aunque las posiciones prime no se vieron muy afectadas -apenas una depreciación del 10% – los demás terrenos bajaron hasta un 30%. Sin embargo, y aunque la incertidumbre a corto plazo sigue estando muy presente, su valor está remontando de manera considerable.
La razón fundamental es la consideración del suelo como un bien refugio. En estas circunstancias de confusión a la que se añaden un entorno de bajas tasas de interés y alta volatilidad de los precios de los activos financieros, enrocarse en inversiones de terrenos para diversificar la cartera se está convirtiendo en una buena herramienta.
Las ventajas de este tipo de inversión siempre han sido bien consideradas. La economicidad del desembolso, los bajos gastos que genera, así como una certeza casi absoluta en su apreciación hacen de esta inversión una gran opción. Sin embargo, la diferencia la hace una adecuada elección del terreno, y ahora las circunstancias están cambiando.
Hay que observar hacia dónde nos movemos. Si hasta hace poco los terrenos para retail estaban al alza, ahora serán los industriales y de logística. O, si los terrenos para hotelería van a detenerse por un tiempo, seguramente los de vivienda built to rent van a ser la nueva tendencia en construcción. Incluso, y aunque sin que a largo plazo se cambie la inercia global del crecimiento urbano, sí parece claro un mayor interés por regresar a entornos urbanos muy pequeños, incluso rurales, donde apreciar una calidad de vida diferente. La nueva normalidad también echará raíces en en suelo.