Siempre viva y cambiante, adaptada a su época y entorno, la silla nos regala un mensaje más profundo de cómo nos hemos adaptado a cada tiempo. No solo en lo estético de un diseño cada vez más elaborado, sino en nuestras propias capacidades de fabricación.
Estamos rodeados de objetos cuya familiaridad nos hace olvidar fácilmente que no siempre han estado con nosotros. Porque, útiles por su finalidad para facilitarnos algunas tareas, los objetos nos acompañan y, no solo eso, cambian y evolucionan a la par que lo hacemos nosotros a lo largo de nuestra vida. En términos individuales pero también colectivos. Hablamos de la historia de la humanidad contada a través de los objetos. Es muy probable que al leer este artículo estés cómodamente sentado en un asiento, más probable aún que sea una silla. Si bien los objetos que nos rodean, los nuestros, los de nuestra casa, cuentan una historia; la silla puede incluso contar la de la humanidad entera si hacemos un recorrido a través de su invención, desarrollo y cambio continuo.
1936 Silla para la sede de Johnson Wax. Frank Lloyd Wright.
1937 Silla BKF. Bonet, Kurchan y Ferrari. La ahora llamada silla Butterfly, editada por numerosas maras, es el diseño argentino más famoso del mundo.
Este cambio está intrínsicamente relacionado con conceptos tan generales como una época, la zona de planeta y un entorno social y también tan específicos como una moda, nuestros gustos, nuestro estilo y forma de vivir, o de querer hacerlo. La silla se ha convertido en un objeto vivo que si bien habla de ti, de nosotros, habla también de la historia colectiva pasada o venidera.
1950 Sila Shell. Charles&Ray Eames. En 2001 Herman Miller reintrodujo esta silla hecha en un principio de fibra de vidrio y ahora en plástico moldeado.
1925 Silla Wassily. Marce Breuer. Llamada originalmente B3 surgió de la inspiración del trabajo del moldeado del acero tabular en las bicicletas.
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La silla dejó de ser un objeto accesible para pocos, los más privilegiados para llegar a ser popular gracias a la fabricación en masa debido a la revolución industrial que permitió que muchos más pudiera acceder a un objeto que consiguió hacer más cómodas ciertas tareas como el descanso, el comer, algunos trabajos e incluso la socialización. En este momento, de las sillas de los carpinteros artesanos, se pasa a las fabricadas en serie en una carpintería industrial: el modelo 14 de Thonet es el mejor exponente de este hito histórico consiguiendo moldear la madera curvada de manera mecanizada.
1841 Silla No.14. Michael Thonet. Un clásico elogiado por arquitectos y diseñadores. estandarte de los nuevos procesos de la Revolución Industrial.
1918 Silla Rojo-Azul. Gerrit T. Rietveld. Purismo absoluto que exalta la elementalidad de las formas y el sentido funcional.
A partir de aquí, de la mano de los arquitectos y diseñadores de la época surgen modelos icónicos como la silla Calvet de Gaudí, la metálica post-industrial de Enzo Mari, y los modelos de la Bauhaus de Le Corbusier, Breuer o el propio Mies van der Rohe.
En los años 70, tras la crisis del petróleo, el plástico inunda las buenas ideas, y cada diseñador encuentra el entonces inofensivo y democrático material inspiración para las formas más imposibles. Los Eames lanzan la primera silla de plástico inyectado y un sin fin de formas llenan los hogares de diseño y color.
1960 Silla Panton. Verner Panton. Editada por Vitra en 1967 fue la primera en fabricarse en una sola pieza y en plástico.
1942 Correalistic rocker. Friedrich Kiesler «La forma no sigue a la función, la función sigue a la visión, la visión sigue a la realidad», Kiesler.
Ha sido mejorada, ergonomizada, adornada y recargada hasta todo lo contrario: minimalizada y desvestida hasta convertirla en su mínima expresión. Es al final de siglo donde la comodidad pasa a ser protagonista y la sencillez y lo mínimo se convierten en un estilo de vida. Sillas como las de Kenya Hara o John Pawson marcarán una época de fusión entre los valores occidentales y los orientales.
1927 Silla MR10. Mies Van Der Rohe. Una pieza precisa y moderna digna del que fue director de la Bauhaus.
1956 Silla Tulip. Eero Saarinen. Queriendo eliminar por estética la existencia de las patas esta silla de apariencia futurista es un ícono d elos años 60’s.
Finalmente, en la actualidad, la tendencia es recuperar todos estos grandes diseños, y adaptarlos a una vocación ecológica más contemporánea. El estudio de los materiales tecnológicos, la sustentabilidad de los recursos e incluso el entorno social del que provienen son aspectos que ya no se separan del propio objeto.
